La casa del Duende:
Todo sucedió hace setenta y un años. Una voz que surge de una hornilla, una familia aterrorizada, y toda una Zaragoza asustada e intrigada a partes iguales. El suceso marcó una época, y el edificio queda bautizado desde entonces, con letras doradas, como ?Edificio Duende?.
Una fría noche de Septiembre?
Viajamos al 27 de Septiembre de 1934. Viajamos a Zaragoza, concretamente a la calle Gascón de Gotor, número 2.
Nos encontramos ante un edificio alto, de cuatro pisos, haciendo esquina. La noche comienza a cubrir la ciudad, y las farolas comienzan a encenderse poco a poco desde la lejanía. El día es frío, y decidimos resguardarnos en el portal del edificio, para después comenzar a subir poco a poco hacia el segundo piso.
Abrimos la puerta, y entramos en la morada. Nos dirigimos hacia la cocina, lugar donde esta misma noche, comienzan a sucederse los hechos. Allí encontramos a Pascuala Alcocer, criada de la familia Grijalba, que se encuentra terminando de fregar una alta pila de platos. El reloj marca pasada la medianoche, y sudorosa, seca su frente con el brazo. Dispuesta a acostarse, podemos verla apagar la luz tras pasar a nuestro lado. Ahora la casa queda sumida en un silencio estremecedor. Sin embargo, antes de que Pascuala cierre la puerta de la cocina, alguien habla desde dentro. Alguien que la llama por su nombre, y después estalla en una carcajada?
Pascuala, aterrada, corre a la habitación del matrimonio para pedir ayuda, mientras nosotros quedamos aún a oscuras en mitad de la cocina, escuchando a nuestra espalda la risa de ese enigmático personaje?
Intentando explicar el hecho con el cansancio de Pascuala, nadie le dio más importancia al hecho. Sin embargo, aquel macabro juego tan solo estaba en proceso de gestación?
Días más tarde?
El fenómeno comenzó a crecer poco a poco a partir del 15 de Noviembre. Risotadas en el rellano, e insultos que salían de la hornilla.
Entre los días 20 y 23 de este mismo mes, los agentes de seguridad realizaron varios registros en el edificio, obteniendo nulos resultados. Ningún signo que diera indicios de tomadura de pelo o de fraude.
La noticia comenzaba a extenderse, y aquello se empezaba a convertir en problema, ya que un gran número de gente se amontonaba frente al edificio, alterando el orden público. La noticia era de tal magnitud que el 27 de Noviembre la prensa americana se hacía eco de ella en un artículo publicado en ?The times?.
Las brigadas municipales recibieron la noticia de levantar el suelo de la cocina del inmueble y buscar posibles mecanismos ocultos que produjeran esa extraña voz que estaba revolucionando a toda Zaragoza. Y esta vez, los resultados volvieron a ser nulos.
Conversaciones con ?el duende?.
Al principio tan solo eran risotadas y carcajadas? Pero con el tiempo, el duende de la hornilla comenzó a utilizar insultos e incluso en ocasiones se pudo establecer una conversación con él.
?¡Ya estoy aquí, cobardes!?, ?¡Largaros, cabrones!??
Lo más peculiar eran las conversaciones, como por ejemplo esta que mantuvo con dos miembros del orden:
-Policía: ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? ¿Quieres dinero?
-Duende: No
-Policía: ¿Quieres trabajo?
-Duende: No
-Policía: ¿Pues que quieres, hombre?
-Duende: Nada. No soy hombre.
En otras ocasiones las palabras fueron mayores, y se produjeron incluso amenazas de muerte.
El final del duende.
Tras el veredicto de dos jueces la respuesta fue la misma. El ?duende? se debía a un fenómeno psíquico que se producía tan solo en determinadas ocasiones. Todo estaba aclarado según el juez. Sin embargo, el mayor problema aún seguía en pie; el duende no se había marchado.
Sin embargo, el caso debía de ser cerrado rápidamente para devolver el orden a la ciudad.
El informe forense apuntó a Pascuala Alcocer como responsable de la voz de la hornilla, a pesar de que esta también se manifestara incluso cuando ella no estaba en casa.
Pascuala fue desterrada a su ciudad natal.
Y una fría noche de Diciembre de 1934, el duende desapareció dejando un mensaje aterrador? ?¡Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa, cobardes!?
La noche en la que el duende se marchó, murió en el barrio vecino Asunción Jiménez, tras realizar una sesión de espiritismo? ¿Casualidad o la promesa del duende se había hecho real?
Nadie tiene la respuesta, pero lo cierto es que setenta y un años son pocos años para olvidar un caso de semejante calibre. Y pocos son los que olvidaron. Y muchas las referencias que pueden encontrarse en Zaragoza con respecto a este hecho? El duende de la hornilla.